A lomos de un Porsche, toda ruta sabe bien

Nos damos una vuelta por la Sierra Norte de Madrid con 1.642 CV

Publicado por coresía de espíritu RACER (RS: @espirituracer)

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Escrito por: Javier Costas (RS: @javiercostas)

Fotos por: Ivan Santamaria (RS: @gasandroads)

Conducir un Porsche siempre es una ocasión especial, da igual el modelo que sea, del Cayenne Diesel al 911 GT3 RS, se nota que hay algo diferente en la mentalidad de esta marca. Es el sueño de un ingeniero, Ferdinand Porsche, que continuó su familia hasta el día de hoy. De toda la vida Porsche ha sido un fabricante de deportivos, aunque últimamente es un fabricante de SUV que hace deportivos, pero sigue haciéndolos de los mejores.

Nunca olvidaré cuando llevé mi primer Porsche, un Boxster S (996), que coincidió con mi primera presentación de prensa, allá por diciembre de 2004. Aunque lo grabase todo en vídeo con mi vieja Video8 y sacase un montón de fotos, sigo teniendo las impresiones soldadas en mi memoria, casi como hubiese sido ayer. El ronroneo de ese motor de seis cilindros se queda grabado como el primer beso o las primeras vacaciones con los amigos -y sin padres-.

Y tan agradable experiencia siempre es susceptible de repetirse. El pasado fin de semana nos fuimos de ruta con cinco Porsche de distintas épocas, todos coches con mucho espíritu RACER, por una de las mejores zonas para conducir por la Comunidad de Madrid. La particular «Laponia» madrileña tiene unas carreteras de escándalo, apenas transitadas, con unos paisajes que no han sido tan castigados por el urbanismo, el exceso de tráfico, mensajes publicitarios o la cultura de la prisa. Además, todo eso me huele a infancia, soy natural de esa zona.

Nos dimos cita en una gasolinera al norte de la capital, cuando llegué ya estaba aparcado un 911 Carrera 3.2 de 1986, un 911 Carrera 4S (997), un Panamera Turbo (970) y un 911 Carrera 4 (964). Solo faltaba por llegar un 718 Cayman (982) para ir a darnos una vuelta. En cierto sentido fue como una cita a ciegas. Habíamos «quedado» con una aplicación, pero no era Tinder. Bueno, casi.

La afición por los coches es una de las más caras que hay, y muy de vez en cuando los petrolheadsqueremos relacionarnos con gente como nosotros, más que nada para que nos comprendan. Con esa idea nació la comunidad RoadStr, que se utiliza exclusivamente con teléfonos móviles Android o iPhone. De toda la vida han existido los foros -incluso los chats de IRC, pero eso ya pilla a muchos fuera de onda-, y las formas se van modernizando.

Una vez que estábamos todos, nos subimos a los coches y partimos hacia el norte, unos kilómetros de autopista para calentar las máquinas y el aceite. Servidor iba en el Carrera 4S. Me trajo inmediatamente recuerdos a otra presentación en 2006, la del Cayman. Como un camión había tenido un accidente con varias unidades de pruebas, trajeron varios 911 «para compensar», y me agencié un 911 Carrera 4S Cabrio. Una de las mejores experiencias de mi vida.

Este coche está bien cuidado, poco más de 100.000 kilómetros, todo original, siempre mimado en servicio oficial, ni un solo arañazo. Enrique, su dueño, lo tiene entre algodones. Como él hay otros tantos, por eso más del 70 % de los 911 que se han fabricado aún circulan, y suelen estar en un estado envidiable de conservación. Solo el interior y un par de pantallas delatan que es un coche con 13 años, por lo demás no ha perdido nada de su atractivo, y sus 355 CV siguen siendo imponentes ante tanto turbo y tanta gaita.

En un mundo donde ya los 2 litros de cuatro cilindros pueden sacar más de 300 CV, el 3.8 bóxer de seis cilindros  impone su autoridad cuando se acelera, aunque el cambio Tiptronic desluzca un poco la sensación. Está lleno de fuerza y tiene un sonido inimitable. Aunque Subaru también hace motores bóxer, la sensación es completamente distinta, no es lo mismo llevarlo todo en el culo, y el escape tiene un recorrido mínimo. Todo eso cuenta.

Abandonamos la autopista por la M-129 en dirección a El Vellón. Una vez en el pueblo enfilamos hacia la M-122 hacia la N-320. Empiezan las curvas. Los 911 han nacido para tomar curvas. El 911 Carrera 4S se muestra muy noble en todo momento, como haciendo un alarde de constante superioridad, como el que controla todas las situaciones, como el héroe de un vídeo manga.

Prácticamente nos cruzamos con tantas motos -y casi todas deportivas o sport turismo– como turismos. Ya en esos lares se conduce más por placer que por necesidad. Haceos a la idea de que en toda la Sierra Norte vive tan poca gente que cabrían todos en un estadio de fútbol, y no precisamente el Bernabéu o el Nou Camp. Poco más de 25.000 personas para casi 1.250 kilómetros cuadrados.

El 911 traza las curvas como si estuviese nuevo. Por delante va el viejo Carrera 3.2, que pese a superar los 30 años está en un excelente estado de forma. Aunque tienen fama de ser coches un poco traidores y difíciles de conducir, las manos de su dueño le mantienen siempre en su trayectoria, sin ningún extraño, como una flecha disparada por un arco, fiel a sus deseos.

Nos incorporamos a la N-320 durante unos pocos kilómetros, un tramo de enlace si queréis llamarlo así. Una recta donde la «caravana» tuvo que adelantar a dos o tres coches, no más. Rápidamente llegamos a la M-120, en dirección a Valdepiélagos, y pasado el pueblo seguimos por la M-125 hasta salirnos de la provincia. No es un tramo tan intenso, pero se sigue disfrutando de la experiencia y una buena música a bordo.

El trazado ha pasado a llamarse GU-202, y desembocamos en la CM-1002, en dirección hacia Casa de Uceda. De esa zona es el chico de 22 años al que pillaron a 228 km/h con un Lamborghini Huracán. Tiene buenas carreteras, desde luego, pero con ese coche lo más fácil es que a uno se le acabe rápido el asfalto. Nosotros no vamos a galope, pero sí a trote ligero, no hace falta más para divertirse.

Espectaculares paisajes en frente del parabrisas y las ventanillas. Hasta yendo de copiloto se puede disfrutar. Un leve toque para bajar el elevalunas y el aroma a campo y aire limpio invade el habitáculo. Así debería estar en todas partes. La temperatura es agradable, no hace frío ni calor, se puede estar cómodamente en manga corta. Los inviernos son muy duros en esa zona, lo eran mucho más antes, pero estamos al término de la primavera.

Entramos en la CM-123, y ahí el trazado empieza a ser escandalosamente divertido. Hay todo tipo de curvas, allí uno puede pasarlo bien lleve la máquina que lleve. Solo resulta puntualmente inconveniente encontrarse con otro vehículo que va más despacio, ya que no sobran los espacios para adelantar con todas las garantías, sobre todo yendo varios coches. Cuando uno conduce con alguien detrás debe ser mucho más conservador con sus cálculos que si va solo.

Aprovechamos para hacer una breve parada en una recta con excelente visibilidad para sacar unas fotos de recuerdo. Apenas pasan un par de coches por esa zona, y el conductor de uno de ellos grita a pulmón: «¡Me lo podrías cambiar!», en relación a cualquiera de los Porsche que están aparcados. Para los lugareños ver tanto Porsche de una tacada es algo parecido a ver un OVNI, un fenómeno poco habitual.

El tramo «final» nos lleva a la GU-1065, una carretera humilde que nos mete en el interior de un valle, donde el sol deja de bañar muy rápido según la época del año, y acabamos en un sitio donde nunca pasa nada, Tortuero. Ya ni los ciclistas pasan por allí, pero algún paisano sale a pasear para tener algo que hacer con su tiempo libre donde la dictadura digital no llega. En la diminuta plaza del pueblo paramos y dejamos a los motores descansar un poco.

Pero ahí no acaba la ruta, ni mucho menos. Aún queda el plato fuerte. Hay que volver a la CM-123 para ir en dirección al Embalse del Atazar. Saliendo de Tortuero aprovechamos otro sitio para sacar unas bonitas fotos con la luz de la tarde e intercambiar opiniones sobre los distintos 911. El Panamera Turbo es una especie de cuerpo extraño, no se caracteriza por su ligereza ni por la velocidad de paso por curva, pero sus 500 CV emanados por un 4.8 V8 siguen siendo una cifra a respetar.

Volvemos a la CM-123 y la seguimos hasta volver a los confines de la Comunidad de Madrid. Nada más pasar la «frontera» un cartel reza «M-134 Presa de El Atazar». Lo seguimos. Hay un auténtico frenesí de curvas y descenso en muy pocos kilómetros, solo puede ser la experiencia mejor si la Guardia Civil ha garantizado que no circula por ahí ni un alma. Pero como sí las hay, hay que seguir respetando la carretera y sus normas, que tras cualquier curva ciega puede haber una moto, un ciclista, o un coche orillado mientras sus ocupantes tiran fotos.

Pasamos un mirador tras otro hasta llegar a la famosa curva donde tantos y tantos quemados se han hecho fotos. Unas evidentes marcas de neumáticos muestran que no se ha tratado de evitar un accidente, se ha quemado goma adrede. De hecho, comentamos que la adherencia de los últimos kilómetros es mejor de lo normal porque en el firme hay más goma que restos de polen o suciedad. Se nota cierto ambiente de espíritu RACER en esas carreteras de segunda y tercera categoría, mucha goma adherida.

Llegamos al último punto donde sacamos a todos los coches juntos. La luz del atardecer incide en la superficie del embalse, creando una imagen preciosa y evocadora. Impresiona la obra de ingeniería que atrapa tantos millones de litros de agua, y la comparación en tamaño es un recuerdo de que a pesar de que el hombre es la medida de todas las cosas, a veces este mismo es muy pequeño en relación a sus logros.

El 911 Carrera 3.2 humea ligeramente, los frenos han recibido un trato más intensivo de lo normal, el coche necesita refrigerar un poco en movimiento. Se han encadenado muchos descensos continuados y no hemos bajado aprovechando el poder de retención de los motores. En los miradores previos a la famosa curva-aparcamiento hemos sido objeto de la mirada de varios motoristas y algún que otro compacto de altas prestaciones, solo con vernos pasar.

Los últimos rayos de sol bañan las carrocerías de los cinco alemanes. Los asistentes compartimos las sensaciones de las carreteras por las que hemos ido y cómo las hemos disfrutado. Qué diferencia hay cuando apenas hay tráfico, si eso fuese la alternativa a una ruta de peaje -como pasa con la ruta del Garraf cerca de Barcelona- la experiencia habría sido bastante diferente. Afortunadamente, no es el caso.

Ya iniciando el anochecer, es el momento de la despedida. Hay una relación de camaradería entre los que unas horas antes eran perfectos extraños. Nos damos las manos, y nuestros caminos vuelven a separarse, hay alguien esperándonos o algún compromiso pendiente en la capital. «Hasta la próxima», decimos.

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Esto que acabas de revivir mientras lo leías es algo relativamente habitual cuando hay una «quedada» en la que no hay necesariamente muchos coches. A veces se trata de llenar una plaza o un aparcamiento de coches, esto es más bien como una partida de póquer entre caballeros, partida a la que sería bienvenido, obviamente, un toque femenino. Pero todos éramos niños, uno de casi 10, otros de casi 50, pero disfrutamos todos de una manera similar.

Si quieres vivir experiencias de este tipo, hay que ir socializando. Más allá de los grandes eventos, que son publicitados en páginas web, foros o redes sociales, RoadStr te puede ayudar a encontrarlas. Solo tienes que darte de alta, introducir unos datos imprescindibles sobre ti y sobre tus coches (o el que tengas). Si eres un «taliHonda» podrás descubrir a más gente que sigue los designios del profeta Soichiro. ¿Eres más de Audi Quattro? También los encontrarás. Puedes seguir a quien quieras, y no te olvides de nosotros, nuestra cuenta es espirituracer. ¿Y la mía? Para cualquier proposición no indecente, javiercostas, tal cual.

Solo tienes que descargarte la aplicación para iOS (en Apple Store) o Android (en Google Play), y empieza a familizarte con ella. Es mejor que un Tinder para quemaos, es un app para quemaos. Allí encontrarás rutas, sitios para hacer fotos, grupos, eventos, fotos de tus coches-filias y mucha gente que, como tú y como yo, preferimos dilapidar el dinero en coches y gastar menos en otras cosas. ¿Y cuánto te va a costar todo esto? Nada, gasolina para ir de una «conce» a otra, y eso ya es cosa tuya.

¿Nos vemos en la próxima?

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